LA MEJOR PARTE DE COMUNIDAD

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La Iglesia católica ha recibido muchas críticas a lo grande de su historia, desde dentro como desde fuera de ella. Las críticas se dividen principalmente en dos grupos: las que se refieren a aspectos doctrinales, y las que censuran el comportamiento (real o supuesto) de los católicos en su conjunto o en porcentajes de cierta relevancia (sea que vivan de acuerdo con las conocimiento de la Iglesia, sea que actúen en contra de las mismas).

Es una teoría enteramente nueva respecto a la constitución de la Iglesia, que es rechazada tanto por la Iglesia Católica como por la Griega. Ningún de ellos admite la existencia de las llamadas ramas de la Iglesia. Los cismáticos griegos, no menos que los católicos, afirman que ellos, y solamente ellos, constituyen la Iglesia. Encima la ancianoía del colectivo anglicano rechaza esta teoría. No es sino la creencia de una escuela, aunque sea distinguida. Es casi una reductio ad absurdum el que se nos pida creer que una sola escuela de una secta particular es la única depositaria de la verdadera teoría de la Iglesia. Es enteramente indefendible la afirmación hecha por muchos anglicanos de que no hay cero en su posición contrario a la tradición eclesiástica y patrística. Los Padres usaron contra los donatistas argumentos exactamente aplicables a su caso. Se sabe por la “Alabanza” que la magistral demostración de este punto por el cardenal Wiseman fue unidad de los factores principales que produjeron la conversión de Newman. En la controversia con los donatistas, Santo Agustín tiene por suficiente para su propósito alegar que los que se separan de la Iglesia Universal no pueden tener razón. Para él es una simple cuestión de hecho. ¿Están los donatistas separados del corpulento de los cristianos, o no? Si lo están, ninguna exculpación de su causa puede absolverles de la inculpación de cisma. “Securus judicat orbis terrarum bonos non esse qui se dividunt ab orbe terrarum in quâcunque parte orbis terrarum” (El mundo impasible juzga con seguridad que no son buenos los que se separan del mundo inalterable en cualquier parte del mundo firme---Agustín, Contra epist.

Es la intención de este artículo asaltar el concepto de Iglesia bajo la perspectiva dual de estructura social y edificio.

La Iglesia católica actualmente cuenta con misioneros religiosos y laicos de entreambos sexos que realizan de forma regular obras sociales, tanto materiales como de apoyo recatado y espiritual.

El credo encuentra una explicación sistemática en el Catecismo de la Iglesia católica, permitido en 1992 por Juan Pablo II y cuya lectura definitiva fue promulgada en 1997.

Adicionalmente, el que el mitrado de Roma llegara a tener una importancia particularmente sobresaliente, se debió, según algunos, por motivos políticos: Roma fue la capital del Imperio Romano hasta que el Emperador Constantino I el Excelso hizo de Constantinopla la nueva haber, el 11 de mayo de 330.[83]​ Otros atribuyen esta importancia al hecho de que desde que se reconoció a un prelado por cada sede, en torno al siglo II, se reconoció que el primer obispo de Roma había sido Pedro y que los posteriores obispos de Roma fueron sus sucesores en la viejo prominencia de autoridad En el interior de la Iglesia.

La Iglesia sola dispensa los Sacramentos; sólo ella hace conocer la luz de la verdad revelada. Fuera de la Iglesia no pueden obtenerse estos dones. De todo esto no cabe más que una conclusión: La unión con la Iglesia no es meramente individuo de los diversos medios por el que puede obtenerse la salvación: es el único iglesia bosque medio.

Formar parte del cuerpo de Cristo significa que estamos llamados a moldearnos continuamente para parecernos cada tiempo más a Cristo.

El protestantismo es una de las ramas del cristianismo que surgió en el siglo XVI tras la Reforma protestante. Para el protestante no existe el sacramento del sacerdocio, sino que todos los creyentes pueden serlo.

En la iglesia, cada individuo es necesario e importante. 1 Corintios 12 describe la iglesia como un cuerpo, en el que cada parte (o persona) desempeña un papel importante. Los dones de cada persona enriquecen a la iglesia y la capacitan para sufrir a agarradera su labor en el mundo.

Es gracias a la Iglesia que sabemos que lo importante no era tener el cabellera extenso, usar sandalias, y traer túnica para ser católico. Sin la Iglesia, el cristianismo no hubiera pasado de ser el club de amigos de Jesús de Nazaret.

La facultad de inspeccionar a la Iglesia como lo que es presupone ciertas disposiciones morales. Donde hay una arraigada desgana a seguir la voluntad de Jehová, puede acaecer ceguera espiritual respecto a las pretensiones de la Iglesia. El prejuicio invencible o la presunción heredada pueden producir el mismo resultado; pero en tales casos la incapacidad de ver se debe, no a la desidia de visibilidad de la Iglesia, sino a la ceguera del individuo. El caso tiene una analogía casi exacta con la evidencia que tienen las pruebas de la existencia de Altísimo. Las pruebas en sí mismas son evidentes, pero pueden fracasar en penetrar en mentes oscurecidas por el prejuicio o la mala voluntad. Desde la época de la Reforma, los autores protestantes o niegan la visibilidad de la Iglesia o la explican de forma que pierda la veterano parte de su significado. Tras indicar brevemente las bases de la doctrina católica, se reseñarán algunas opiniones predominantes entre las autoridades protestantes sobre este asunto.

Durante la preparación del Gentío del año 2000 (el 10-11-1994) el papa subrayó en una carta apostólica al episcopado, al clero y a los fieles: Triunfadorí es acordado que, mientras el segundo Milenio del cristianismo llega a su fin, la Iglesia asuma con una conciencia más viva el pecado de sus hijos recordando todas las circunstancias en las que, a lo grande de la historia, se han alejado del espíritu de Cristo y de su Evangelio, ofreciendo al mundo, en ocasión del prueba de una vida inspirada en los Títulos de la Certeza, el espectáculo de modos de pensar y desempeñarse que eran verdaderas formas de antitestimonio y de escándalo.

Cuando la Iglesia señala a la santidad como una de sus notas, es manifiesto que lo que quiere afirmar es una santidad de tal clase que excluye la suposición de cualquier origen natural. La santidad que distingue a la Iglesia correspondería a la santidad de su Fundador, del Espíritu que habita en ella, de las gracias que se conceden a través de ella.

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